Érase
una vez un gallo majestuoso que un día al cantar se partió el pico.
Pidió
ayuda a la vaca, que le contestó que no podía ayudarle; al caballo que le
contestó que él tenía las herraduras y no podía ayudarle. Al final el gallo
desamparado
pidió
ayuda al zapatero que le contestó:
- Gallo
puedo ayudarte en algo.
El
zapatero le cosió el pico y le dijo que no volviera a cantar tan fuerte que
el
granjero le iba a escuchar igual. Desde entonces el gallo cantó flojito y el
granjero desde que cantaba así de bajito se despertaba con tan buen humor que
el gallo se volvió más cantarín.
FUENTE:
Abuela de Ismael Navarro Moreno
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