Érase
una vez un árbol muy triste porque nadie le hacía compañía debajo de su sombra. Un día un niño
que caminaba por allí le preguntó qué le pasaba y el árbol le dijo que no tenía
a nadie para que le hiciera compañía y el niño le prometió
que
iba a ir allí todos los días.
Al
día siguiente el niño fue allí mientras iba haciendo un camino de migas de pan
para que los pájaros fueran allí con semillas. Al final se creó un campo muy
florecido y con muchos animalitos.
FUENTE:
Abuela de Sara Vacas Santamaria
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