jueves, 7 de marzo de 2013

El Real Monasterio de El Escorial

HISTORIA DEL LUGAR
Tras vencer al ejército francés en San Quintín(al norte de París), Felipe II quedó preocupado por haber destruido una iglesia dedicada a San Lorenzo en el transcurso de las operaciones militares.

En España, el rey decidió hacer un monumento que testimoniase los favores recibidos de la divinidad y para alojar allí los restos mortales de su padre, Carlos V, y de los posteriores monarcas hispanos.



En 1561 compra ya los terrenos de la zona y empieza el monasterio que regirían los Jerónimos. Juan Bautista de Toledo iniciaría las obras y las continuaría su discípulo Juan de Herrera hasta 21 años más tarde, dejando para la posteridad un monumento de líneas severas que marcaría un estilo de la época: el herreriano.
El edificio tiene planta casi cuadrada, con torres en las esquinas. La entrada principal da acceso a un gran patio, abierto ante las torres de la basílica.
Algunas cifras pueden dar idea de la monumentalidad del lugar.
Tiene 207 metros de fachada. Ocupa una superficie de 33.000 metros cuadrados. Tiene 88 fuentes, 16 patios, 15 claustros, 1200 puertas y 2700 ventanas.
Un recorrido por el inmenso monasterio nos llevará por una serie de dependencias que presentamos a continuación:

Plano de las principales dependencias del edificio

La entrada de visitantes se efectúa por una puerta ubicada en mitad de la fachada norte. Desde allí se toma dirección este para acceder al Museo de Arquitectura, relativamente reciente, pero que tiene notable interés.
Se presenta en unos sótanos abovedados y alberga planos, grabados, maquetas, máquinas y utillaje empleado en la construcción de este edificio que marcó un estilo en la arquitectura española. En las galerías hay que apuntar la presencia de diversos tapices, muchos de los cuales tienen una temática de la pintura de El Bosco, un pintor admirado por Felipe II.


El hecho de que los Países Bajos estuvieran ligados a la corona española hace que en todo el recorrido abunden las obras de artistas flamencos: El Bosco, Van der Weyden, Coxie, Aertsen, Vos...
Una pintura que llama la atención en el principio del recorrido es El martirio de San Mauricio y la Legión Tebana, de El Greco.

El martirio de San Mauricio y la Legión Tebana, de El Greco, es un cuadro con mucha historia.
Históricamente, es importante este cuadro, porque fue el que hizo el pintor como prueba para el rey. A Felipe II no le gustó el estilo ni la composición típica del maestro (varios niveles compositivos) En consecuencia, le pagó el cuadro y no le encargó más.
Sustituyó su contrato por otro a un artista italiano de mucha menor talla: Rómulo Cincinato. Una pena.
También abundarán los cuadros de autores italianos: Tiziano, Tintoretto, Verones...
En la zona denominada, de los Borbones, también abundan los tapices y elementos dieciochescos.

SALA DE BATALLAS
Es una interesante galería en la que abundan las pinturas murales relativas a la historia de España, a modo de sala didáctica y de prestigio para la realeza de un país con tradición bélica.

Todo el lateral continuo de la sala se dedica a la batalla de Higueruela, dada por Juan II ante los moros granadinos. Es interesante porque no sólo refleja detalles de tácticas sino una excelente minuciosidad en el diseño de los trajes y armas. Un documento excelente para conocer la guerra del medioevo final.


También hay otras batallas, entre ellas una relativa a las Azores, relacionada con la entrada del reino de Portugal en la órbita de la Corona de Felipe II, y otra dedicada a la de San Quintín.
EL PALACIO REAL


Sorprende la magnífica madera de las puertas, obra de un destacado artesano ausburgues, y la presencia de numerosos objetos religiosos: crucifijos, una virgen de Carracci, un magnífico marfil francés, del gótico final, con escenas de la vida de Cristo, etc.
Los salones de los Borbones, en la zona nordeste, son de otra concepción espacial, con mayor lujo; techos pompeyanos y excelente colección de tapices de la Real Fábrica de Madrid y flamencos.

EL PANTEÓN
El panteón está bajo la iglesia, y allí permanecen los restos de casi todos los reyes de España desde Carlos I, en un recinto octogonal. Se realizó en tiempos de Felipe III, con dirección del arquitecto Gómez de Mora.
Un gran crucifijo preside la sala con los sarcófagos ubicados en cuatro alturas, en las alas de este recinto circular. El Crito crucificado, de bronce, es de Pietro Tacca.

Frente a los oscuros mármoles del panteón de reyes, en el panteón de infantes abundan los mármoles claros.
Otras estancias cercanas albergan el Panteón de Infantes, donde yacen miembros de la familia real que no alcanzaron el trono y reinas sin descendencia, en tumbas de diverso gusto.
Entre las curiosidades históricas de este ámbito está la tumba de Don Juan de Austria, el vencedor de Lepanto.
OTROS ATRACTIVOS DEL ENTORNO

Hay más que ver en el entorno. La Casita del Príncipe está un poco más debajo de la ladera del monte, en el Escorial, al este del Monasterio.
Es un pabellón realizado por Juan de Villanueva, en tiempos de Carlos III, como zona específica para el principe sucesor. Tiene obra de artistas destacados como Goya, Lucas Jordán, Maella, etc. Tambien en El Escorial está una severa iglesia cuyo aspecto recuerda el estilo del monasterio, tanto por su piedra de granito como por las torres con sus cúpulas... Es lógico el parecido. Se trata de otra obra de Juan de Herrera.

Ubicación de otros atractivos en la zona de El Escorial.
Saliendo desde la fachada oeste del Escorial por la carretera que conduce hacia Ávila pronto se encontrará el viajero con el aviso que le lleva a la Casita del Infante. Es una edificación �menor que la casita del Príncipe- que se concibió como lugar de recreo, para gozar del entorno y escuchar conciertos de música.
Otro lugar típico es la llamada Silla de Felipe II. Para llegar allí hay que salir desde el monasterio por la carretera de Ávila, a unos 3 kilómetros, en un cruce, se toma la dirección Valdemorillo, se sigue por esta carretera un trecho hasta llegar a un desvío que se anuncia a la derecha: a la Silla de Felipe II. Se sigue esta senda estrecha y ya no hay pérdida.


La iglesia parroquial de El Escorial tiene un magnífico granito y una hechura que recuerda al gran palacio-monasterio.
La famosa Silla no es otra cosa que un roquedo que era el mirador que utilizaba Felipe II para vigilar cómo marchaban los trabajos del monasterio. Está en medio de un robledal. Puede merecer la pena hacer el camino (unos 7 kilómetros) porque tanto las vistas como el entorno tienen encanto, especialmente si se encuentra un dia de otoño soleado..
Mención aparte merece el Valle de los Caídos, un enorme monumento funerario ideado por el general Franco para conmemorar las víctimas de su bando de la Guerra Civil española del 1936.
Para llegar allí, tomar desde San Lorenzo del Escorial la dirección hacia Guadarrama. Seguir adelante y pasados varios kilómetros está el lugar bien indicado.
El monumento, construido desde 1940 a 1959. Consta de una cruz de 150 metros de altura realizada sobre un gran risco de granito. Debajo hay una basílica subterránea de grandes proporciones, donde están enterrados Francisco Franco y José Antonio Primo de Rivera. Unido a la iglesia se encuentra un monasterio benedictino.





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